31 años de las Oblatas en República Dominicana
Desempolvando las páginas del ayer, de aquel remoto enero del año 1993, leemos que nuestras hermanas: María Ángeles Echeverría y Lilia Mery Muñoz, llegaron a la República Dominicana procedente de Puerto Rico y Boston (USA) para abrir las puertas de la misión de la Congregación de Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor en estas tierras. Para el mes de marzo, se une Nieves de la Cruz, dominicana venida de Puerto Rico.
No es mera coincidencia, que llegan en las vísperas de la fiesta de nuestra protectora espiritual, la Virgen de la Altagracia. Ella como portadora de Buena Noticia, mujer cercana, intuitiva, receptiva, que se da cuenta en las bodas de Caná (Cf. Jn. 2:1-12) que no hay vino y que los novios van a pasar un bochorno, se acerca a su hijo y adelanta la hora de Aquel que no puede negarle nada a su madre y se da el milagro: Hubo vino en Caná de Galilea y ¡qué vino delicioso! Donde Jesús está no hay espacio para la tristeza, sino para la alegría que nace de lo profundo del ser humano que sabe acoger y agradecer.
Fueron varias las puertas que se tocaron en nuestra llegada: Arzobispado de Santo Domingo y obispado de Baní, Congregaciones religiosas, residentes de Haina, personas allegadas e interesadas por la misión, quienes sensibles a esta realidad, colaboraron en la naciente obra en el municipio de Haina.
Llena de alegría se inicia el proyecto en el Barrio de Villa Penca el día 23 de febrero del año 1993 en las vísperas del miércoles de ceniza. Dios quiso que comenzáramos el proyecto poniendo todo en sus manos, iniciando el camino de desierto, como el pueblo de Israel en su travesía hacia la tierra prometida y como Jesús, que vivió durante cuarenta días una experiencia fuerte del Dios cercano y misericordia porque como dice el salmo segundo: “Tu eres mi hijo, yo te he engendrado hoy”.
Este boletín, recoge las experiencias de algunas hermanas que han pasado por la comunidad de Haina y por el proyecto de misión. Agradecemos a cada una de ellas que han compartido sus experiencias, su historia de salvación en este boletín.
Amigo lector/a: ponemos en tus manos la riqueza y profundidad de lo vivido durante estos 31 años en estas tierras de promisión. Que estas historias plasmadas en lápiz y papel, nos motiven a seguir apostando por la mujer en situación de prostitución y trata con fines de explotación sexual para “Escuchar a Dios donde la Vida Religiosa Clama” (CLAR).
Agradecemos a tantas mujeres que han pasado por el proyecto, muchas profesionales, trabajadoras, madres, esposas, que han dejado sus huellas en el corazón de cada Oblata. Otras mujeres que ya no están entre nosotras pero que fueron audaces y de gran apoyo en la naciente obra. Como no recordar a una siempre sonriente Caridad y una protectora y defensora de la obra como Kika. No podemos dejar de recordar a Germania, maestra de manualidades que siempre creyó en la misión y en el potencial de las mujeres. A todas ellas, que descansen en paz y siempre les estaremos agradecidas.
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