Conócenos

Las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor somos un grupo de mujeres llamadas, abiertas a la acción del Espíritu, convocadas en comunidad y enviadas a vivir el seguimiento de Jesús, siendo Buena Noticia del Reino para las mujeres en contextos de prostitución y trata con fines de explotación sexual.

Nuestro ser de oblatas nos lleva a comprometer nuestras vidas en favor de la igualdad, la justicia, la liberación y la vida.

Este apasionante proyecto, iniciado por nuestros Fundadores, José María Benito Serra y Antonia María de la Misericordia, se desarrolla en Misión compartida con toda la “Familia oblata” dando lugar, desde las diferentes formas de colaboración, miradas, experiencias vitales y perfiles profesionales, a respuestas creativas y audaces.

En la actualidad estamos presentes en 15 países

La congregación opta por un compromiso solidario con la mujer en prostitución, para juntas recorrer un camino de evangelización liberadora

Cfr. Capítulo General 1989

El significado de la palabra carisma proviene del griego kharisma: “don divino, regalo”. Para las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor, ese don del Espíritu lo recibió nuestra congregación a través de los fundadores, José María Benito Serra y Antonia María de la Misericordia.

El carisma oblata permanece y se recrea en la medida que se sigue regalando a muchas personas en todo el mundo. Quien lo recibe descubre que su camino de seguimiento a Jesús se encuentra al lado de las mujeres inmersas en contextos de prostitución, recorriendo juntas sendas de redención y liberación.

Este carisma sensibiliza, capacita y es fuerza que impulsa a orientar todas las potencialidades personales en favor de esta misión. El don recibido lleva a superar las apariencias y estigmas sociales, para hacerse acogida y respeto hacia las mujeres más vulneradas en su dignidad, en donde descubre el reflejo de Dios. En medio de las adversidades y conflictos, hace prevalecer el poder transformador de la comprensión, el amor y la esperanza.

Somos llamadas a expresar este “don divino” con toda su belleza en comunidad. Vivimos la acogida y el respecto a las mujeres como personas reflejo de Dios, sin quedarnos sujetas a las apariencias o al estigma presente en nuestra sociedad, que perpetúa los prejuicios que marcan este colectivo

La Fuente de nuestra espiritualidad es Jesús Redentor, compasivo y misericordioso, que se fija especialmente en los excluidos. Amor que se desvive y entrega como expresión de la ternura de Dios, estableciendo relaciones de gratuidad y libertad también con las mujeres.

Descubrimos los rasgos específicos de la espiritualidad oblata a partir de la experiencia de fe de nuestros fundadores que, actualizada a lo largo del caminar congregacional, da lugar a un modo de vida que configura la relación y encuentro con Dios, el talante personal, la vida en comunidad y el compromiso social y político, en los diversos continentes y países donde la familia Oblata realiza su misión.

La espiritualidad de encarnación nos lleva a situarnos ante la realidad, especialmente en el acercamiento a las situaciones de las mujeres en contextos de prostitución, como la tierra sagrada donde Dios habita y nos interpela. La mirada compasiva, atenta y profunda de Jesús, nos impulsa a convertir el dolor y la indignación ante la injusticia, en entrega permanente y solidaria (oblación), en afirmación de la vida y liberación (redención) y a ser “misioneras de la misericordia”.

Así lo refleja nuestra canción:

SOBRE LA FUNDACIÓN DE LA CONGREGACIÓN


«En los comienzos, 1864-1869, Mons. Jose María Benito Serra y Dña. Antonia María de Oviedo no tienen intención de fundar una congregación. Su objetivo es abrir una obra social, una casa-asilo para las mujeres que salían del hospital de San Juan de Dios y que, por diversos motivos, no podían ser admitidas en las instituciones del momento.

La experiencia con las Congregaciones que han colaborado en el asilo les ha ido llevando a descubrir la necesidad de una nueva congregación dedicada totalmente a esta obra. En esta época es cuando se gestan las constituciones y se define el fin de la misma: El 2 de febrero de 2023 cumplimos 153 años del inicio de nuestra Congregación. Para nosotras este momento nos llena de alegría por la riqueza de este envío que dio origen a nuestra Familia Oblata. Deseamos compartir unos extractos de la crónica de la Casa Madre - Ciempozuelos y de la Biblioteca Histórica, que narran cómo Antonia de Oviedo dio el paso, después de seis años como directora de la obra social (llamada entonces Asilo de Nuestra Señora del Consuelo), de fundar la congregación de las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor.

El Instituto de Oblatas del Santísimo Redentor ha sido fundado para que las religiosas que lo componen trabajen acogiendo e instruyendo [a las chicas], abriendo para ello asilos gratuitos donde se las recibe sin restricción alguna «

COMIENZA LA COMUNIDAD RELIGIOSA


«Aquí empieza la segunda fase del Asilo de Nuestra Señora del Consuelo, convertido ya en comunidad religiosa. El día 2 de febrero de 1870, llena de celestial alegría, doña Antonia María de Oviedo, con el nombre de Antonia María de la Misericordia, vestía, con una sola compañera, que luego también la abandonó, el pobre y sencillo hábito religioso color ceniza […] La vida pobre y trabajosa de las Oblatas tenía poco aliciente. La obra era difícil, la pobreza grande, los tiempos desastrosos; pero no faltaban almas grandes y generosas llenas de celo por la gloria de Dios y deseosas de abrazarse con la cruz y como nuestro Señor quería llevar adelante la obra comenzada, se dignó llamar para ella a  Doña Gertrudis Conde, de la ciudad de Valladolid, que ingresó en la comunidad el día 1 de Junio de 1870.

Todo el tiempo que el Señor Obispo estuvo en Roma siguió al frente del Asilo la Reverenda Madre sin moverse para nada más que para ir alguna vez a Madrid por  urgente necesidad.

Muchas angustias tuvo que sufrir por la falta de noticias del Señor  Obispo que llegó hasta a temer por su vida a causa de los trastornos políticos que hubo en Roma, pero al fin tuvo el consuelo de verle llegar a fines de este mismo año. El día en que la Iglesia celebra la fiesta de la Inmaculada Concepción de María Santísima, vistió el santo hábito la postulanta Gertrudis Conde con el nombre de Gertrudis del Sagrado Corazón de Jesús.

Año 1871

Este año ingresaron tres aspirantes: Práxedes Giraldo, Marta Valle y Pilar Tando; la joven Práxedes tomó el hábito este mismo año. La Reverenda Madre permaneció en el Asilo hasta finales del mes de Junio, en que por prescripción facultativa tuvo que ir a tomar baños de mar a Luanco, pasando algunos días en Mieres del Camino con la Señora Marquesa de Campo Sagrado, una de las hijas de la Reina María Cristina, a quien la Reverenda Madre había educado. Se detuvo en este viaje más tiempo del que pensaba, por haberle sido pedida una fundación en Oviedo que al fin no se pudo efectuar porque no proporcionaban los medios indispensables para sostener un Asilo […]

La Reverenda Madre regresó a Ciempozuelos antes de finalizar septiembre y a los pocos días de su llegada recibió una carta de París de Su Majestad la Reina Isabel II pidiéndola que se encargara de la educación de sus hijas, sin duda la Augusta Señora no debía saber que había ya tomado el hábito.

Contestó la Madre con la mayor atención a Su Majestad y le contó el compromiso que había contraído con Nuestro Señor por lo cual le era completamente imposible acceder a sus deseos.

Mucho sintió la Reina esa contrariedad y en vista de que la Reverenda Madre no podía aceptar el cargo que le había propuesto, la suplicó que le buscara una que reuniera sus condiciones y que la acompañara a París. La Reverenda Madre hizo enseguida las diligencias y cuando hubo encontrado la institutriz la acompañó llevando a efecto este viaje en el mes de noviembre. Se detuvo algunos días al lado de Su Majestad y su real familia para informar a la referida Institutriz en los deberes de su cargo.

En este año se recibieron 11 acogidas, de una de ellas se sabe que fue excelente colegiala ayudando en todo lo que podía a los padres Fundadores con grande interés. En recompensa de su buen comportamiento y su perseverancia quisieron darle el hábito de hija de casa que era el premio que tenían determinado dar a las que lo merecieran, para asegurar su perseverancia; pero antes de llegar a tomarlo se cansó de la vida de penitencia y a pesar de todas las reflexiones que se le hicieron para detenerla se volvió al  mundo y se casó en cuyo estado pasó un verdadero martirio como ella misma se lo confesó a una de sus antiguas compañeras del Asilo diciéndola que envidiaba su suerte.

La pobre muchacha enfermó gravemente a causa de sus muchos sufrimientos y murió en el Hospital destituida de todo humano consuelo […]

LA IMAGEN DE LA OBRA

Antonia María de la Misericordia describe en una carta, enviada a José María Benito Serra  -que en ese momento se encontraba en Roma por el Concilio Vaticano I- una fotografía en la que se la ve junto a  Pepita, una de las primeras chicas acogidas. Para ella, esta imagen muestra lo que es la obra de la congregación.

«¡Muy felices Sr. Obispo!, Padre nuestro querido, ¡muy felices! Se los vengo a dar, si no en persona, a lo menos en retrato. Espero que le gustará, a mí me gusta mucho, encuentro tanta paz, tanta placidez en mi fisonomía, que me gusta más que ningún otro retrato mío. Pero esto no lo es propiamente mío, es el de la Obra, da la idea santa de la Fundación. Una muchacha arrepentida que contempla en la imagen de Jesús Crucificado […] la amorosa redención». (marzo/1870)

José María Serra Julià, nace el 11 de mayo de 1810 en Mataró (Barcelona), ciudad a la que sus padres se habían trasladado. Buscaban distanciarse del clima inseguro que se vivía en Barcelona, en poder de los franceses, en el contexto de la guerra de la independencia. Es bautizado en la Iglesia de Sta. María, con los nombres José Eudaldo Antonio. El padrino, Francisco de Asís Carreras, es un primo del padre que más adelante será su tutor y quien cuide de José, manteniendo entre ambos, estrecha relación y especial cariño. La infancia del pequeño José pronto se siente afectada por la muerte de los padres, por lo que ya en su niñez se va forjando su capacidad de trabajar, sufrir, emprender y arriesgar que caracterizará toda su vida. Estudia en el Colegio de las Escuelas Pías, en Barcelona, cuya educación era gratuita y, años más tarde, expresará el profundo agradecimiento a sus padres por haberle proporcionado la educación religiosa impartida por los Padres de San José de Calasanz.

Concluida su estancia en el colegio, trabaja en un comercio en la C/ de Sombrerers (junto a la Iglesia de Santa María del Mar), donde era muy querido por su laboriosidad, amabilidad y sus actitudes cristianas.

Tras una vida como Monje Benedictino, Misionero y Obispo en Australia, y Fundador  junto a Antonia M. de la Misericordia de la Congregación de Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor, fallecía el 8 de septiembre de 1886 en Benicasim (Castellón – España). Hoy la familia oblata da continuidad a su sensibilidad social, su talante audaz y su espíritu evangelizador, comprometiéndose para que muchas mujeres sigan encontrando una puerta abierta.

Misión

“Ser Oblatas configura nuestro modo de ser y estar en el mundo”

La misión evangelizadora de Jesús, se hace en las Oblatas compromiso solidario y camino compartido con las niñas, jóvenes y mujeres que se encuentran en contextos de prostitución y trata con fines de explotación sexual. Una misión que nos compromete en la defensa de sus derechos, en la búsqueda de oportunidades de promoción e inclusión y nos lleva a establecer estrechas relaciones de complicidad, desde el reconocimiento y la igualdad.

Las crisis socioeconómicas y humanitarias, unido a las profundas transformaciones sociales, políticas y culturales, muestran cómo la pobreza, la exclusión estructural y la desigualdad, tienen especial incidencia en las mujeres. Esto nos reta a:

• Mantenernos en dinámica de discernimiento, con una perspectiva global, para actualizar la comprensión de la misión a la luz de los nuevos desafíos que genera la dinámica social y cultural.

• Afianzar nuestro estilo evangélico, servicial, profético, dialogante, abierto y sensible a los signos de los tiempos que nos adentra en los contextos de exclusión y prostitución.

• Empeñarnos en la defensa de los derechos humanos, civiles, culturales y sociales de las mujeres en contextos de prostitución o víctimas de trata con fines de explotación sexual, desmarcándonos de una sociedad donde prevalece el prejuicio y rechazo hacia este grupo de mujeres.

• Incidir en las causas estructurales que generan la prostitución y que no pueden ser asumidas por otras instituciones o personas.

•Avanzar en un camino compartido con el laicado y las mujeres en relaciones de igualdad.



Objetivos

• Potenciar acciones de acercamiento a la realidad concreta de las mujeres, que libres de prejuicios y estereotipos, crean vínculos que dan inicio a procesos de empoderamiento.

• Generar servicios y acciones socioeducativas, que despierten en las mujeres las potencialidades dormidas, fortalezcan su autonomía y el crecimiento como líderes.

• Crear, a través del trabajo en red con otras personas y grupos, puentes de justicia y solidaridad, para que las mujeres logren una inserción cualificada y el ejercicio pleno de sus derechos de ciudadanía en su realidad.

• Realizar un trabajo de sensibilización y concienciación, acerca de la violación de los derechos de este sector social y, en articulación con diferentes instituciones, desarrollar acciones de incidencia para la mejora de las políticas públicas.

• Participar del trabajo en red con personas consagradas y otras organizaciones sociales, religiosas y políticas, fortaleciendo acciones de prevención, sensibilización, protección, asistencia y denuncia de la trata de personas.

Algo de Historia

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