Mi corazón se llena de gratitud al recordar estos 25 años de mi vida como Oblata. Ha sido un recorrido de crecimiento y transformación, donde cada experiencia forma parte de un hermoso tapiz tejido por la gracia divina.
A Dios, nuestro Redentor, doy gracias por su infinita bondad y por haberme llamado a ser una de sus colaboradoras en la misión de hacer una diferencia en la vida de las mujeres marginadas y víctimas de todo tipo de abusos. Su amor es mi fuerza y mi refugio en cada momento. En días de alegrías y desafíos, Su presencia es constante.
A la Familia Oblata, en especial mis formadoras y todas la Hermanas Oblatas con las que he convivido en las diferentes comunidades, mi gratitud por el apoyo incondicional y por ser fuente de inspiración y fuerza para seguir adelante. Junt@s hemos compartido alegrías y desafíos y la confianza depositada en mí al asumir la responsabilidad de ser parte del Equipo de Animación y Gobierno es un regalo para recordar.
A las niñas y mujeres con las que tengo el privilegio de compartir mi vida, les agradezco por hacer de mí una mejor persona y Oblata. A mi familia, que ha sido mi primer hogar de fe y amor, les agradezco su comprensión, apoyo y oraciones. Su cariño ha sido un pilar fundamental en mi vocación. Agradezco cada sacrificio y
cada palabra de aliento que me han brindado.
Para todos que han caminado conmigo, su generosidad y amistad han sido un regalo invaluable.Gracias por creer en nuestra misión y por su ayuda. Sus oraciones y presencia ha sido una bendición.
Hoy, renuevo mi compromiso con alegría y esperanza, confiando en que el Señor, seguirá guiando mis pasos en el camino al que estamos llamadas a responder. Que mi vida siga siendo testimonio de su misericordia y compasión para todos los que me rodean.
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